sábado, mayo 19, 2018

Zaida González: la voz de la hermana



Revista Paula

Por: Pilar Navarrete / Fotografía: Carolina Vargas

Zaida González (40), la hermana menor de Jorge González, el líder de Los Prisioneros, lleva puesto un vestido que deja sus brazos al descubierto.

En el antebrazo izquierdo tiene tatuado un gato con un cuchillo en una de sus patas, al que le caen lágrimas por los ojos. Se lo hizo en octubre de 2015, 8 meses después del accidente cerebrovascular que afectó a su hermano Jorge y poco después de que su mamá también sufriera uno, quedando con problemas de movilidad y lenguaje.

¿Por qué te lo hiciste?

Tenía tanta pena que sentía necesario tatuarme. Desde que pasó el accidente de Jorge fue todo muy caótico, se desataron muchos malos entendidos. Para la familia fue traumático.

Las manzanas mordidas

En el marco de una gira por Chile, el 7 de febrero de 2015, Jorge González se presentó con su banda en el Festival de Nacimiento. Desde un inicio el show fue accidentado: el cantante interrumpió la rutina que estaban realizando Los Atletas de la Risa para reclamar por el retraso de su presentación. El show fue breve, porque apenas podía cantar y caminar. Esa noche fue internado en la Clínica Universitaria de Hualpén. Había sufrido un accidente cerebrovascular que lo dejó con secuelas físicas.

¿Cómo te enteraste de lo que había pasado?

Me llamó un amigo y me dijo que en la radio salió que Jorge había tenido un accidente y estaba hospitalizado. Al rato me llamó mi hermano Marco y me dijo que le estaban haciendo unos exámenes, pero que no me preocupara. Fui a verlo a la clínica, esa tarde yo viajaba a México por dos semanas, y él estaba bien. Jamás me imaginé que se iban a desencadenar los problemas que tiene ahora.

¿No se podía sospechar en ese momento?

No lo vi como algo que iba a ser grave. Además, a Jorge nunca le había pasado nada. Pero después empecé a hilar cosas y me fui acordando que desde octubre del año anterior (2014) se veía mal.

¿De qué te acordaste?

Como Jorge vivía en Alemania, venía dos veces al año. Y ese octubre (de 2014, cuatro meses antes del accidente), varias veces quedamos de vernos y me cancelaba; me decía que se sentía muy mal. Un día que nos encontramos en la casa de mi mamá, lo vi caminar por el pasaje -es un pasaje largo- y arrastraba las piernas: se veía muy cansado. Ya entonces estaba raro.

¿En tu familia lo comentaron?

Mi mamá me dijo en esa época que Jorge estaba mal. Ella decía que él se comía una fruta y la dejaba ahí y después tomaba otra, la mordía y la dejaba ahí. Pero como ella es exagerada, no la pesqué. Hasta que un día entré a la cocina, vi la frutera y había distintas manzanas mordidas.

¿Cómo lo encontraste cuando regresaste de tu viaje a México?

Con problemas para caminar y para hablar. Me asusté. Ahí empezó todo el drama en torno a él.

¿Qué pasó en tu familia tras el accidente?

Bueno, lo primero fue organizarnos. Jorge vivía con su pareja Daniela (Valenzuela) en un departamento chico que tenía una escalera larga que era un problema. Conseguimos un departamento en un primer piso muy cerca de la clínica, en Bellavista, donde Jorge se fue a vivir con su hijo mayor y mi hermano Marco. Daniela iba todos los días. Pero el que no se despegó fue el mánager (Alfonso Carbone). Él ejercía mucha presión para que entre nosotros hubiese conflictos.

¿Cómo?

No nos hablaba muy bien de Daniela. Ella era iluminadora de (los show de) Jorge y viajaba con ellos en las giras. Decía que no lo iba a cuidar. Él se burlaba de que Daniela pensara que con misticismos se iba a sanar, porque ella decía que con Jorge le pedían a la Virgen que saliera adelante.

¿Al mánager lo conocías de antes?

Sí. Es un tipo que va de agradable con todo el mundo. Mucha talla, de andar de buena onda, de sobar el lomo. No queda mal con nadie.

Dices que él buscaba generar roces en tu familia.

Sí. Y le empezó a resultar, a generar un estrés terrible entre nosotros (…). Por ejemplo, se le metió en la cabeza que el nuevo disco de Jorge, Trenes, tuviera unos clips hechos por Pedro Ruminot. Ahí se gatilló todo. Un día estábamos almorzando con Jorge, Daniela y Carbone y llega Pedro Ruminot con un socio para hacerle unas toma a Jorge. Mi otro hermano (Marco) se enteró y se molestó mucho. Porque Marco siempre ha hecho las visuales de Jorge, entonces era raro. Y más encima iban a grabar a Jorge estando enfermo. Le dije a Carbone: “Pero, ¿por qué le van a hacer un video? ¿Por qué lo vas a grabar?”. Me dijo que él nunca iba a exponer a Jorge, que iba a ser un contraluz, que se iba a ver solo su sombra. Jorge estaba bastante mal. Él siempre ha sido bastante pretencioso en el sentido de salir con una buena ropa y si él no tiene una buena cara te va a decir no, no me grabes y punto. Pero Jorge no estaba en condiciones.

¿Cómo estaba cuando se grabó el video?

Estaba ido. Las decisiones no las estaba tomando como las habría tomado él.

Dio la impresión después del accidente de que mediáticamente se trató de hacer ver que Jorge iba a salir adelante rápidamente…

Claro, pero los doctores nos habían dicho que Jorge estaba mal, que no iba a salir. De hecho, que iba a morir pronto. Fue después que le vino una crisis en junio de 2015 y se hospitalizó.

En ese momento, ¿cuál fue la indicación?

Estar tranquilo, con sus terapias de reforzamiento.

¿Le habían indicado que no hiciera más presentaciones?

No lo sé. Pero la indicación era estar tranquilo.

El 27 de noviembre de 2015 se hizo un gran concierto en el Movistar Arena, en el que Jorge González cantó con numerosos músicos: entre ellos, Miguel Tapia, Beto Cuevas, Álvaro Henríquez, Roberto Márquez, Juanita Parra, Javiera Mena, Manuel García, Gepe, y Pedropiedra. El concierto se tituló Nada es Para Siempre y las entradas fluctuaron entre los $ 5.500 y los $ 16.500. La prensa dijo, después del show, que asistieron 16 mil personas.

“Me enteré por la prensa. Me sorprendió que iba a tocar Jorge. Entonces le pregunté a Carbone por qué iban a hacer eso. Me dice que estaba pactado, no lo podían rechazar. Y que Jorge quería. Pero a nosotros no nos invitaron”.

¿No fue invitada la familia?

No. Tuve que ir el día del concierto temprano a meterme allá y a exigirle unas credenciales que no me quiso pasar. Mi sobrino me pasó la de él y dos entradas de cortesía.

Y Jorge, ¿dónde estaba?

Jorge llegó, se presentó y se fue. Pero fue todo muy raro. Porque cuando Jorge tuvo el accidente sus roadies se acercaron a Marco y a mí y nos dijeron que ellos estaban dispuestos a organizar gratuitamente lo que fuera si es que Jorge necesitaba fondos y que ellos sabían que todos los artistas estaban dispuestos a tocar gratis. Nosotros se lo agradecimos mucho y le dijimos a Alfonso (Carbone). Pero él dijo: “¿Creen que Jorge es como Peter Rock y lo vamos a exponer a algo así? ¿Que porque está enfermo necesita un beneficio? No”.

Es decir, ¿él cerró la puerta a aceptar esa ayuda?

Sí. Cerró la puerta inmediatamente, pero después salió con esto (el concierto en el Movistar) que él ya tenía organizado. Y Jorge no recibió ni un peso de ese concierto.

¿Nada? Si era un homenaje para él.

Esa plata Jorge no la recibió.


El mandato

Poco antes del recital en el Movistar Arena, Ida Ríos, la madre de Zaida y Jorge, tuvo accidente cerebrovascular. Fue en octubre de 2015. “Le vino un colapso y terminó en la clínica. Con Marco nos tuvimos que hacer cargo de ella. Todo entremedio de este caos con Jorge”, dice.

¿Y tu papá?

Ahí estaba, tratando de apoyar a los dos. Él tenía a su pareja enferma. De hecho, se murió ese mismo año. Le vino un cáncer fulminante. Fue muy duro, porque con todo lo que estaba pasando con Jorge y mi mamá, él no pudo estar en el último tiempo con ella.

Tras el concierto en el Movistar Arena, Zaida cuenta que Jorge quedó hiperventilado y sus ataques de ansiedad se volvieron frecuentes. Por entonces, el músico vivía en una casa en La Reina. De sus cuidados se encargaban una enfermera y una cuidadora. Ahí también vivían su hijo mayor y el menor, que tuvo con Loreto Otero, (con quien estuvo emparejado entre 2000 y 2011 y vive en España). A fines de 2015, Zaida dice que Loreto vino a Chile y se quedó un mes en la casa en La Reina.

¿Ellos tenían una relación cercana?

No. Cuando él se enfermó, ella le empezó a decir que sabía que estaba enfermo, pero que necesitaba plata. Y cuando él estaba bien mal, ella le dijo que lo iba a cuidar, que le iba a hacer acupuntura, sesiones espirituales. Le dijo que el tratamiento en Europa era gratis, que mejor se fueran para allá, que iban a estar todos juntos con los hijos de ella.

¿Cómo reaccionó el entorno cuando se enteraron que Jorge se iba a España?

Hablamos con él. Alfonso decía: “¿Cómo se lo va a llevar?”. Pero Jorge dijo: “Me voy”. Daniela (Valenzuela) me pidió que hiciéramos algo para que no se fuera. Le respondí que no podía hacer nada si Jorge se quería ir, no me podía meter. Con Loreto no tengo relación. De hecho, mientras Loreto estuvo, no fui más a ver a Jorge porque con ella me peleé en términos súper duros, porque nunca le creí el cuento.

¿Qué decía el mánager?

Que estaba viendo todo con su abogado para que no se llevara a Jorge.

Si no lo ibas a ver a La Reina, ¿cuándo veías a Jorge?

Marco lo iba a buscar y lo veía los domingo en la casa de mis papás.

¿Cuándo hizo crisis todo esto?

Un día, a mediados de febrero que recibí una llamada de Daniela Valenzuela avisándome que una de las cuidadoras de Jorge había llegado con él hasta su casa en taxi. Jorge se había peleado con Loreto.

¿Qué hicieron con Jorge en ese momento?

Marco lo fue a buscar y se lo llevó a donde mi mamá. Dos días después estábamos en La Reina y llegó Alfonso diciendo: “Es que pasó algo terrible…”. Habló con Jorge y empezó a agarrarse la cabeza. Le pregunté qué pasaba. Y me dijo: “Es que fui a la SCD y me dijeron que Jorge había pedido un adelanto de dos años de sus ingresos (80 millones por derechos de autor). No lo puedo creer, Jorge dice que ella los retiró porque tenía un poder y porque iban a viajar juntos”.

Es decir, Jorge la autorizó.

Sí. Porque iban a viajar y la plata era para vivir afuera. Pero en eso Jorge se da cuenta de que no tenía nada que ir a hacer a España con ella. Nos enteramos de esto un jueves. Y el viernes fuimos con Jorge a una notaría en la calle Huérfanos a (tratar de) revocar el poder amplio que le dio a Loreto. Además, tratamos de parar los pasajes y lo logramos. Y en eso ella (Loreto) empieza a hacer traspasos de plata (…). Alfonso andaba con nosotros. Estaba muy nervioso. Le pregunté qué pasaba. Dijo que su esposa le había dicho que Loreto le transfirió una plata. Fuimos al banco, pedimos una lista de los traspasos: eran de Loreto Otero a una cuenta de ella y a otro rut, traspasos de a 5 millones, que era lo máximo que podía transferir al día, en el periodo de unos pocos días. Entremedio, ella se compró otro pasaje primero a Perú y de ahí se fue a España. Se escapó. Como en la cartola del banco no decía el nombre del titular de la otra cuenta a la que le había transferido plata, googleé el rut y así supimos que era la de (Alfonso) Carbone.

¿Qué explicación les dio él?

Dijo que él había pasado muchos cheques cuando Jorge estuvo hospitalizado y que esa era la plata que él había puesto. Pero eso no es llegar y decirlo. Tienes que venir con papeles y decir “estos fueron mis gastos”. No tenían que hacerse de esa forma.

¿Jorge sabe todo esto?

Sí. Le conté y bueno… Él asume que lo que Carbone se cobró fue la clínica y ella lo fregó nomás. Es que ¿qué más puede hacer? Si él le dio un mandato. En términos éticos sí se podría decir algo, pero en términos legales no. No la puede demandar. Ella tiene un mandato y fue con Jorge a pedir ese adelanto. Pero lo que ella hizo después fue una cosa inmoral al darse cuenta de que él no iba a irse. Lo que ella debería haber hecho es haberle devuelto esa plata a Jorge. Pero él asumió que no iba a ser así.

Volver a San Miguel

Por estos acontecimientos, Jorge dejó la casa en La Reina y la familia le buscó un departamento en San Miguel, la comuna donde creció y se gestaron Los Prisioneros en los años 80. “Como Loreto lo dejó sin ni uno, había que entregar la casa (de La Reina). Buscamos un departamento cerca de donde vive la mamá con su hermano y también de la casa del papá”, dice Zaida.

Comenzaron a turnarse Zaida, Marco y el padre para cuidar de Jorge. Ella y Marco, además, se hacían cargo de la madre. El desgaste, le empezó a pasar la cuenta a ella. “Me angustiaba y me ponía muy nerviosa. Hasta que un día mi papá me dijo: ‘¿Sabes qué, mejor yo me hago cargo’”. Desde entonces, su padre de 80 años es quien lo acompaña día a día. Su hermano Marco lo lleva en auto a sus terapias. Zaida lo va a ver los fines de semana. A veces también de lunes a viernes. Es ella quien pide las horas al doctor. Van juntos los tres hermanos. Luego ella pone al tanto a su papá de las novedades.

Y ahora, ¿cómo está tu hermano?

(Suspira). Después de un bajón muy fuerte, se normalizó. Hoy está tranquilo. Al principio le venían unas crisis. Esas crisis ya no están. Estaba yendo a unas terapias alternativas pero después no quiso seguir. Le gusta donde está, tiene un gato. Está solo y su vida es tranquila.

¿Cómo afectó tu vida personal lo que pasó en tu familia?

Fue duro. Justo en 2015 me salieron hartos trabajos y proyectos: coordinar unos talleres de fotografía, me gané dos Fondart ese año. Pero finalmente no me dio. Los Fondart los terminé el año pasado, casi tres años después. Y en las pegas no di abasto, porque de repente pasaban cosas y estaba en clases y las tenía que suspender.

Zaida se detiene, pensativa. “No sabía qué hacer en realidad. Cómo enfrentar esa situación. Porque, ¿era responsabilidad mía? ¿Tenía que estar tanto ahí (con mi familia)? ¿Qué es lo que había que hacer como hermanos? No sabía cómo reaccionar. Todavía estoy bastante bloqueada y no sé cómo decidir qué es lo que me corresponde y lo que no”.

¿Cuándo te haces esas preguntas?

Cuando estoy muy cansada e igual tengo que ir a donde mi mamá. Me pregunto: “¿Es una obligación o lo hago porque quiero?”. Mi conflicto es no saber cuándo es porque quiero o porque es un deber.

¿Tuviste que postergar tu propia vida por todo esto?

Sí. Tuve que elegir. Se necesitaba ayuda, no pude obviarlo. Pero mi rollo fue más con cuidar a mi vieja que a Jorge. Cuando ella salió de la clínica necesitaba mucha ayuda. Entremedio se cayó, se fracturó la cadera, estuvo un mes hospitalizada en la Posta Central. Y cuando volvimos (con ella a la casa) era una anciana. Ahora anda con su bastón y camina. Pero mentalmente se le cruzan las cosas.

¿Ella es consciente del estado en el que está Jorge?

Mi mamá siempre dice cuándo se va a mejorar. Como que no asume que la situación cambió para siempre.

¿Y Jorge sobre ella?

No dice nada de su enfermedad. Solo dice que está viejita.

El año pasado Zaida terminó el primero de los Fondart que se adjudicó en 2015: la exposición fotográfica Ni lágrimas ni culpa. Inicialmente se había propuesto en ese trabajo revisar las relaciones de pareja. “Pero cuando sucedió todo esto cambié de idea y decidí hacer un libro biográfico con lo que sucedió en 2015. Porque se sumaron muchas cosas: lo de mi mamá, lo de mi hermano, también se murió mi mejor amigo. Todo eso me hizo enfocar el trabajo en lo que me estaba pasando”.

¿Fue una forma de sellar lo que ibas sintiendo en el camino?

Sí. Al ir más seguido a San Miguel, me di cuenta de cosas en la que antes no me había fijado: que casi todas las casas de alrededor estaban en venta y empezaron a aparecer muchos edificios. Empecé a registrar cómo estaba cambiando el paisaje de San Miguel y a mirar con la nostalgia de la pérdida de mi madre y de mi hermano; pérdida en el sentido de que al enfermar no vuelven a ser como eran antes. Empecé a recordar cuando mis hermanos jugaban a la pelota o cuando mi mamá se juntaba con las vecinas. Y me fui dando cuenta de que todo eso estaba muriendo.

¿Te hizo repensar algunas decisiones personales?

Sí. La maternidad la postergué hasta el final. Dije: “Ya, a los 40 lo decidiré”. Pero después de lo que he pasado con mi mamá, dije: “No quiero ser mamá, no quiero cuidar a nadie”. Se me deterioró demasiado el cuerpo y la cabeza. Ya no tengo energías.

¿Hay alguna reflexión que te ronde desde que todo esto pasó?

Ahora que veo que mi hermano y mi mamá están enfermos me doy cuenta de que mucha gente se alejó. Los sobrinos que siempre iban a donde mi mamá, nunca más fueron. Sus nietos tampoco. Con Jorge también. No sé si porque ya no son útiles o es incómodo estar con ellos. Muchas personas desaparecen cuando alguien está mal. Es algo súper cruel. Asumir eso es muy difícil


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