miércoles, mayo 09, 2018

Ozzy Osbourne se despidió de Chile rockeando los éxitos de su carrera

El Mercurio

La voz de Black Sabbath tocó anoche en un Movistar Arena repleto, donde en una hora y media repasó sus clásicos. "No puedo girar por siempre", dijo. 

Por José Vásquez

De las penumbras a las llamas. Ozzy Osbourne aparece en el escenario y la locura, en sus propias palabras, comienza con "Bark at the moon". La guitarra acrobática de Zakk Wyldey las baquetas como aplanadora de Tommy Clufetos, el mismo baterista que acompañó la gira final de Black Sabbath, le dan un inicio galopante a este regreso, que se promocionó como el último, del denominado "príncipe de las tinieblas" en el universo del heavy metal.

Anoche el Movistar Arena -recinto al que se mudó el concierto desde la Pista Atlética del Estadio Nacional, donde era originalmente-, repleto con 15 mil personas, rugió devolviendo la arenga a un Ozzy que, como siempre, prometía activar "su locura" si la gente hacía lo mismo por él, mientras saltaba, aplaudía y cantaba con una milagrosa dignidad, para un tipo que en las décadas pasadas bien pudo haber sido sepultado por los excesos.

El músico británico volvió a la capital con su "No more tears 2", el título de una gira que todavía se promociona como de despedida, aunque el cantante ya ha revelado que seguirá sobre los escenarios tras este tour. Quizás, por eso mismo lo de anoche fue demasiado compacto para la altura de su leyenda y la promesa del adiós que quedó suspendida en el tiempo. "No puedo girar por siempre", dijo ayer el músico británico antes de interpretar "Road to nowhere".

Ozzy repasó varios de sus principales éxitos como solista, en un listado de temas que incluyó a "Crazy train", "No more tears" y la balada "Mama I'm coming home", además de clásicos infalibles para activar el karaoke de su ex banda, como "Fairies wear boots" y, sobre todo, una atronadora "War pigs", que se iluminó con una cruz ardiendo al fondo del escenario, dando el pase para el lucimiento de sus músicos.

Un set breve y que en la mitad de su desarrollo, se estiraba con el espectáculo personal que protagoniza Zakk Wylde y las piruetas con su guitarra, que la pone detrás de su cabeza, que también toca con los dientes y que entusiasma al público con riffs de canciones como "Perry Mason" -que interpreta solo parcialmente- y un solo muscular de batería por parte de Clufetos.

Para el final, otro himno de Black Sabbath, "Paranoid", despidió también a un Ozzy que se fue del escenario empapado de sudor y repartiendo bendiciones y declaraciones de un amor que anoche fue recíproco.

La gira continúa

El Movistar Arena de Santiago fue la primera escala sudamericana en el tour de Ozzy, quien el viernes se presentará en Argentina y luego seguirá por Brasil.

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