martes, mayo 08, 2018

Las historias detrás de Let it be



La Tercera

Hoy se cumple un nuevo aniversario del que terminó siendo el último elepé de The Beatles. Publicado en 1970, Let it be fue un disco marcado por incomodidades y deserciones. Se trabajó en dos estudios y lo mezcló un ingeniero distinto del que participó en la grabación.

Por Pablo Retamal

La historia es simple. A fines de 1968, y tras las difíciles sesiones de grabación del White album, Paul McCartney decidió proponer a sus compañeros de The Beatles una idea para revitalizar el grupo. Ensayar nuevas canciones con el fin de grabar un disco en directo y, paralelamente, filmar un documental que mostrara al público el proceso de trabajo del mismo.

Por entonces, los otros miembros del cuarteto estaban ocupados en otras labores. En noviembre de ese año, John Lennon junto a su novia Yoko Ono estaban lanzando el álbum Unfinished music no. 1:two virgins (con la famosa carátula que mostraba a la pareja desnuda), y que se adentraba en música experimental en la línea del avant-garde. Además, ambos aparecieron en la película para televisión The Rolling Stones rock and roll circus (aunque fue estrenada recién en 1996).

Por su parte, George Harrison se encontraba produciendo al cantautor Jackie Lomax para el sello Apple, casa discográfica que el conjunto de Liverpool había creado para editar sus trabajos tras la muerte de su manager Brian Epstein. Además, el guitarrista lanzó su primer elepé en solitario, Wonderwall music, donde siguió explorando con la música india.

Aún así, Paul convenció a los demás. Las sesiones de grabación del nuevo proyecto comenzaron el 2 de enero de 1969, en los estudios cinematográficos de Twickenham acomodados como sala de ensayo y con un equipo de grabación portátil para registrar lo que fuese saliendo. Título tentativo: Get back, y Michael Linsday-Hogg dirigiría las filmaciones. A cargo de la grabación estaban el productor George Martin y el ingeniero Glyn Johns, aunque ninguno de ellos completaría la producción del largaduración.

Pronto la realidad fue más fuerte. En su obra The Beatles: the biography, el periodista Bob Spitz señala que “se estaba perfilando rápidamente como un proyecto de Paul McCartney. Estaba dirigiendo a los camarógrafos, eligiendo las canciones, bloqueando los arreglos como si fueran partituras clásicas. Él trabajó frenéticamente tratando de despertar el entusiasmo. Pero la forma en que él controlaba cada aspecto no permitía que nadie más contribuyera. ‘Pusimos algunas pistas, pero nadie estaba involucrado’, dijo John”.

En el libro The Beatles anthologhy, Ringo Starr agrega que “George (Harrison) estaba componiendo más. Quería hacer las cosas a su manera. Cuando empezamos, hacía lo que John y Paul decían, porque ellos eran los compositores. Pero George estaba independizándose y no se dejaba dominar por Paul, porque al final Paul quería decirle cómo debía tocar el solo, y él dijo ‘mira, el guitarrista soy yo. El solo lo toco yo’”.

“Nos plantábamos allí (en Twickenham) a las ocho de la mañana, y a esas horas no se puede hacer música, ni a la hora que sea, en un lugar extraño con gente que te filma y luces de colores”, agrega Lennon en el mismo volumen.

De esa forma, considerando esas incomodidades y la crisis causada por la renuncia de Harrison a la banda, el 20 de enero decidieron trasladarse a los estudios de Apple, en Saville Row, para continuar grabando (con el guitarrista reincorporado). El ambiente mejoró porque el lugar era mucho más acogedor y además por la inclusión del tecladista Billy Preston. “Nos encantaba ir, y cuando no trabajábamos podíamos sentarnos alrededor de la chimenea que habíamos mandado a construir para que el sitio fuera acogedor”, señala Ringo en el Anthologhy.

Con el fin de las sesiones, incluyendo el anecdótico concierto del techo del 30 de enero de 1969, los de Liverpool le encargaron a Glyn Johns que hiciera la mezcla. Sin embargo, las fechas se fueron retrasando por dos factores: uno, esperaban el estreno del documental y dos, por la grabación y lanzamiento de Abbey Road, el cual fue el último LP de su carrera.

Al estar estancado Get back, Lennon le ofreció las cintas al productor Phil Spector, quien finalmente realizó la producción y mezcla de lo que conocemos como Let it be. El resultado no satisfizo a Paul dada la sobrecargada producción que Spector dio al elepé, lo cual era un sello característico de su sonido: “Let it be era el disco pelado que Glyn Johns había mezclado, sin añadir orquestas ni nada. Era muy, muy sencillo”, afirma en Anthologhy el autor de “Yesterday”.

En las sesiones de mezcla solo estuvo presente Ringo Starr, además asistió a una de ellas el antiguo ingeniero del grupo Geoff Emerick, quien en su libro El sonido de los Beatles relata en parte el modo de trabajo del cerbero tras el wall of sound. “Me di cuenta horrorizado de que Spector había reducido la interpretación de los Beatles a una o dos pistas para poder tener cinco o seis pistas libres para los overdubs de orquesta y coros, como si esos fueran más importantes que el grupo. En cierto momento quiso todavía más pistas. Cuando Pete (Bown, asistente) le dijo que no quedaba ninguna libre, Spector tuvo la desfachatez de borrar una de las voces de Paul (eliminándola para siempre) para liberar otra pista para uno de sus muchos overdubs de coros”.

De esta manera tomó forma Let it be, el último álbum de los Beatles, pero penúltimo en grabarse.

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