viernes, mayo 11, 2018

J. P. Izquierdo y la Filarmónica: Tres visiones sonoras

El Mercurio

Por Jaime Donoso A.

El miércoles, en el Teatro Municipal, la Orquesta Filarmónica de Santiago, bajo la dirección de Juan Pablo Izquierdo, interpretó un notable programa que incluyó la Passacaglia, Opus 1, de Anton Webern; tres "Meditaciones" de la "Misa" de Leonard Bernstein, y la Sinfonía "Heroica", de Beethoven.

Una Passacaglia es básicamente un conjunto de variaciones sobre una idea temática constante, obstinada, que puede ser una simple línea del bajo. Es similar a una Chacona y nadie se ha puesto de acuerdo aún sobre si son formas distintas o se trata de lo mismo. Lo importante es que, a partir de un elemento simple y permanente, el compositor, aparentemente restringido por la camisa de fuerza que se impuso, despliega su imaginación para ofrecer en cada variación algo nuevo (lo Escogido), construido sobre algo conocido (lo Dado).

En la Passacaglia, Opus 1, de Anton Webern (23 variaciones construidas sobre una secuencia ostinato de ocho notas), de 1908, y que no fue la primera obra del compositor como podría creerse, este juego se enmarca en un lenguaje al límite de la tonalidad, yuxtaponiendo pasajes de una estética posromántica con otros de un expresionismo desorbitado. Sin duda, ya puede visualizarse que las bases están echadas para el futuro estilo de Webern, condensado, aforístico, que privilegia el punto o momentum , como constelaciones preñadas de información rítmica, de alturas, de color tímbrico y volumen, por sobre discursivas melódicas. La Passacaglia es una obra maestra, válida en sí misma y como profecía. Izquierdo, transitando por territorios que le son muy afines, logró una lectura ejemplar.

La "Misa" de Bernstein, de 1971 (no confundir con la "Missa Brevis" de 1989), es un híbrido inclasificable, cuyo impacto inicial se ha diluido con el tiempo. Subtitulada como "A theatre piece for singers, players and dancers", es un intento de integrar al rito religioso católico, elementos musicales de la tradición judía, pop, jazz, rock, musical y lenguaje docto. De la obra se han extraído tres momentos, a la manera de tres meditaciones, para chelo y orquesta, que en la composición actúan como interludios y que hoy se interpretan como piezas autónomas de concierto. La excelente chelista Katharina Paslawski brindó una soberbia interpretación, técnicamente impecable y de expresión conmovedora.

Resultaría redundante comentar esa gigantesca obra que es la "Heroica", paradigma de conjugación de la más férrea arquitectura y emoción. Izquierdo, magnífico músico y director, ofreció una versión memorable, ejerciendo un control absoluto (a veces excesivo) sobre la excelente orquesta. La ovación de los auditores fue delirante.

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