viernes, febrero 28, 2014

La vitalidad del trabajo de los luthiers a través de Chile

El Mercurio

Un violín de retail cuesta $40 mil, mientras que uno de autor supera el millón de pesos. Pese a esta competencia, trabajar en la elaboración de un instrumento musical pareciera ser un oficio que está más vivo que nunca. La calidad de los luthiers locales ha sabido sobreponerse a la industria del mercado musical y la arremetida de nuevos distribuidores.

PAULA FREDES CORTÉS

En las postrimerías del siglo XVII, Cremona cruzaba una verdadera revolución musical. La ciudad emplazada al sur de Italia, en los márgenes del río Po, se transformaba en la cuna de destacados artistas que fabricaban instrumentos de cuerda. Antonio Stradivari, Giuseppe Guarneri, Nicolò Amati y su hijo, entre otros, emergían como celebridades, alcanzando con sus creaciones fama en toda Europa. El alcance de esta legendaria edad de oro traspasó, con el tiempo, épocas y también fronteras. Incluso las nuestras.

Si bien el ejercicio de esta actividad se remonta en nuestro país al período colonial, la profesionalización se ha dado en forma reciente. Al trabajo realizado hace décadas por eximios luthiers como Harald Broschek o Joaquín Taulis y su familia, se han sumado nuevos exponentes que diversificaron la variedad y la técnica, configurando en la actualidad un grupo que va en aumento.

Refugiado en una casona-taller en la ciudad de Valdivia, Nicanor Oporto es uno de los más renombrados luthiers chilenos, con 38 años de carrera en la creación de instrumentos. Conocidos en el mundo entero son sus laúdes, guitarras, violas da gamba, vihuelas, tiorbas -laúd de mayores dimensiones-, violines, violoncellos y otros. Algunos de ellos escogidos por conjuntos de música antigua, destacados intérpretes nacionales y músicos de Europa, Estados Unidos y Australia.

Pero el famoso "laudero" no trabaja solo. Hace algunos años, en la casona de calle Arauco, funciona una academia donde transmite sus enseñanzas. Cada año llegan al lugar alumnos chilenos y también de Perú, Alemania o Francia, quienes pasan una temporada trabajando con el maestro. "Es un taller-escuela particular donde fabricamos desde 10 a 20 instrumentos. No tiene financiamiento ni apoyo externo, salvo una inquietud personal", dice.

Uno de sus aprendices es Sebastián Saldarriaga, quien se dedica a la fabricación de instrumentos que exporta a Irlanda y EE.UU., como dulcineas, rabeles, guitarras barrocas y últimamente guitarrones chilenos. Gran parte de su trabajo se desarrolla en La Serena, donde conjuga la construcción con la reparación de instrumentos clásicos, provenientes de las diferentes agrupaciones -universitarias, escolares y profesionales- de la Cuarta Región.

De magia y geometría sagrada

Para Rudy Vera, dedicarse a esta labor implica un compromiso y también un entendimiento de un arte que es más complejo de lo que se cree. Según explica el profesional educado en Cremona -gracias a una beca entregada en 2004 por la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles (FOJI)-, "no es llegar y sacar maderita con un cuchillo, es también un montón de estudio y comprensión, ya que los instrumentos están en proporción áurea, lo que implica cierta magia; es geometría sagrada".

Vera, quien se formó con los destacados luthiers Claudio Venegas y Hernán Dávila, y ha trabajado para la Orquesta Filarmónica y la FOJI, se dedica a elaborar principalmente cuerdas tocadas por arco. Solo fabrica dos unidades anuales. El proceso, según dice, sigue siendo muy parecido al que se realizaba hace cuatro siglos: "Aún son las mismas herramientas; por ejemplo, acá molemos las resinas y los aceites con un mortero".

Tomarse el tiempo en elaborar algo de calidad es algo que comparte Carlos Chandía, quien luego de haber trabajado en el taller del chileno Vicente Larraín, en Colombia, siguió restaurando instrumentos en Puente Alto. A su casa llegan encargos de distintos profesores, pero principalmente de artistas más jóvenes. "Me dediqué a trabajar con estudiantes, para ofrecerles una luthería de calidad y que pudieran costear". Esto lo llevó incluso a dejar su trabajo en un hospital, lo que le ha traído buenos débitos, ya que solo el año pasado debió reparar 115 contrabajos, entre otros pedidos.

Al parecer, el oficio supera al pasatiempo. Bien lo sabe Francisco Catanzaro, de Calama, quien intercala hace 30 años su profesión de ingeniero comercial con la artesanía musical hecha por sus propias manos. "En la Región de Antofagasta hay bastantes orquestas, que requieren de manera frecuente un trabajo profesional. Ahí tengo que dividir el tiempo entre las dos actividades", apunta el arreglista.

Maderas nobles

Si de confección de guitarras se trata, podemos encontrar sobresalientes representantes. Uno de ellos es Carlos López, quien desde los 18 practica este particular trabajo. Con más de cincuenta años en el rubro, ha pasado por fábricas, una compañía de su propiedad -donde fabricaban cerca de 600 mensuales- y ahora último con una calmada rutina en su taller ubicado en Las Condes. Allí, maderas como el cedro de Canadá o el pino abeto traído desde Alemania o Estados Unidos cobran vida en hermosas guitarras, que constantemente se exportan y construyen por encargo. El precio de estas parte desde el millón de pesos. Lo valen, según López, ya que "las maderas tienen un costo y la dedicación también. Además, mi guitarra es más cómoda, porque el brazo está hecho a 'la chilena': para brazos más pequeños, como los nuestros".
El luthier, que tiene una lista de espera de más de un año, ha proveído para artistas locales como Francisco Liberona -quien dio a conocer su trabajo en el extranjero-, Felipe Celis, Andrés Pantoja, Michel Bert y Luis Castro, profesor del IMUC. Para López es importante transmitir sus conocimientos y actualmente se encuentra formando a Carlos Ramallo, joven boliviano que se instaló hace más de un año para aprender de él. "He recibido su experiencia y toda mi base de construcción, me ha enseñado de forma muy personalizada", relata.

Además de López, en este campo encontramos a las "Guitarras Mardones", fabricadas en Rancagua por Rafael Mardones y su hijo, que han alcanzado fama internacional gracias a una minuciosa técnica en su elaboración y brillante sonido.

El hombre de los clarinetes

No solo las cuerdas cuentan con reconocidos profesionales, también en Chile se construyen los famosos "clarinetes Rossi". El responsable de estos es Luis Rossi, histórico solista de la Orquesta Sinfónica Nacional y de la Filarmónica. La pasión por este oficio, cuenta, "la desarrollé a partir de 1978, cuando aprendí a construir mientras estuve en el Royal College of Music de Londres".

En 1996, luego de dejar la Filarmónica, el intérprete se dedicó por completo a la fabricación de sus clarinetes de una sola pieza. Señala que la característica principal de su marca -que también vende accesorios- es "que trae aparejado notables beneficios, como una mayor resonancia, además del testeo personal de cada instrumento que produzco". Esta especial dedicación ha atraído a numerosos interesados, como solistas nacionales, docentes y músicos del Teatro Colón, la Orquesta Nacional Simón Bolívar en Venezuela, el Teatro Regio de Torino y otros escenarios de Italia e Israel.

La competencia china

Frente a la acelerada formación de orquestas y nuevos músicos, principalmente de la mano de la FOJI, ha emergido de forma acelerada una demanda que a veces se decanta por productos de bajo costo. Para Rudy Vera, este es uno de los principales factores que ha permitido la arremetida de empresas que fabrican instrumentos musicales en serie.

La presencia de "los instrumentos chinos", como les llaman, resulta bastante tentadora para un padre o un músico en formación, cuando un violín de retail cuesta $40 mil, mientras que uno de autor supera el millón de pesos. Pero lo barato, para Carlos Chandía, claramente no es sinónimo de bueno, y menos aún cuando no hay gente calificada para transformarlos. "He llegado a reparar instrumentos que han pasado por cuatro 'luthiers' y tienen mal puestos los puentes o las cuerdas".

Para algunos de los luthiers chilenos, sin embargo, estos instrumentos no significan una real amenaza. Luis Rossi explica que "en el ámbito profesional se continúa con la tradición. Se sigue buscando la excelencia y el refinamiento que solo entrega el instrumento construido y testeado de forma individual". Los malos presagios para la profesión son descartados también por Rudy Vera, quien relata que "la competencia es un desafío constante para cualquier actividad artística, pero en la luthería afortunadamente la máquina no nos logra superar".

El futuro de la profesión, hasta el momento, parece estar relativamente asegurado. Pero el romanticismo que implica la fabricación manual de estas verdaderas obras de arte debe proyectarse a nuevos horizontes, señalan los luthiers. Así lo explica Nicanor Oporto: "Es una labor que debe desarrollarse de manera seria. Sería importante crear un proyecto de Estado que dé la posibilidad a jóvenes de perfeccionarse en este oficio tradicional".

 Los músicos y su relación con los luthiers

Felipe Hidalgo, músico, gestor y director de la Orquesta Sinfónica Estudiantil Metropolitana (OSEM).
"Este maridaje entre el artista y el encargado de hacer la mantención y reparación de los instrumentos es una parte fundamental de la vida del músico. Es una dupla que está permanentemente unida. Sobre todo para los niños que adquieren instrumentos más baratos, pero de menor calidad, es necesario un ajuste y allí el luthier es fundamental. Además tenemos en Chile personas con una calidad impresionante, como Hernán Dávila, Marcelo Cigna o Rudy Vera; como también el trabajo que realiza Domingo Fazio en la construcción de arcos".

Óscar Ohlsen, guitarrista, productor y conductor del programa Música Arcana, investigador y docente.
"La calidad de los luthiers en mi especialidad -guitarra e instrumentos antiguos de cuerda pulsada- es muy buena. Lo que realizan Carlos López y Rafael Mardones está a la altura de las mejores guitarras del mundo. Es fundamental su presencia, ya que son de fácil acceso para los músicos chilenos, porque los precios de acá son más convenientes que los que ofrecen Japón, Italia o EE.UU. Si uno quiere cualquier guitarra, va al comercio establecido y la compra, pero aquí estamos hablando de instrumentos finos y hechos 'para la mano del intérprete'".

1 comentario:

JM dijo...

Sepan que Nicanor Oporto es un agresor sexual http://www.diariolaguino.cl/noticia/actualidad/2017/08/7-anos-de-carcel-para-luthier-que-abuso-de-una-menor-durante-6-anos-en-valdivia